Espiritualidad o Evasión? Ambas de la mano de Neptuno

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Neptuno es un planeta compuesto mayoritariamente de fluidos y gases, lo que lo hace cambiante y de naturaleza ilusoria.
Lo descubre el matemático Urbain Le Verrier en 1846, pero desde 1612 Galileo lo había observado y lo “confundió” con unas Estrella cercana a Júpiter y para el momento de su descubrimiento, James Challis se da cuenta, que ya los había visto en dos oportunidades anteriores, sin observarlo.
Así es la energía de este planeta, que nos conecta con el sueño, la ilusión, lo sublime, el pensamiento abstracto, aquello que está más allá de lo que nuestros limitados sentidos pueden percibir, la espiritualidad y la evasión.
Así que bajo su influencia, bien podemos conectarnos con lo superior de nosotros mismos, alcanzando niveles de comprensión profundas de la sutileza y complejidad de los hilos que mueven la vida y su orden, pero del mismo modo podemos engancharnos en prácticas “espirituales” que nada tienen que ver con lo sublime del alma, pero si con la evasión de los retos que la vida nos presenta, teniendo poco o nada de diferencia con el uso de sustancias como drogas o alcohol, que cumplen con el mismo propósito y producen, ambos similares efectos negativos en la salud y el bienestar propio y de las personas que nos rodean.
Hay que tener clara la diferencia, sobre todo en esta época donde hay tantos movimientos que proponen enfocarse solo en lo “bueno” y dónde expresar sentimientos considerados negativos, como la rabia, el miedo, la tristeza o hablar de los sucesos que nos impactan, es rechazado, pero que están produciendo personas cada vez más desconectadas de sí mismas y de la realidad, que dejan de cumplir con sus responsabilidades, recargando a otros y donde terminan profundamente desilusionados al ver que por esconder la cabeza en la tierra, las dificultades, no solo no desaparecen, sino que crecen. Bastante parecido a lo que ocurre cuando una persona es adicta a alguna sustancia que provoca la evasión de la realidad.
Al acercarnos a la verdadera espiritualidad comprendemos que no existe nada bueno o mala, que el miedo que nos puede paralizar, es también nuestro mecanismo de alerta para enfrentar o evadir una situación de peligro, que la rabia expresada de forma inadecuada, puede causar mucho daño, pero que es un sentimiento que nos ayuda a poner la energía en movimiento para terminar con una situación de atropello o nos impulsa a alcanzar nuevas metas, y así sucesivamente.
Los estados de permanente risa y felicidad pertenecen más al ámbito de las redes sociales, donde todo el mundo muestra sólo lo mejor de sí, pero en la realidad todos los seres humanos fluctuamos por un riquísimo abanico de situaciones y emociones que nuestro paso por este mundo sea tan interesante. 

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