La Esclava
Mujer que Vuela David Garza Creative Commons |
Y te
escuché compadecerte de las mujeres árabes porque tenían que tapar sus caras
con ese trapo horrible, porque están sometidas a sus maridos y no tienen
libertad.
Y al mirarte
me pregunté quien sería la esclava. Con
tu cuerpo operado, lleno de implantes,
no llegas a los 30 años y ya tienes botox, para que no se note el paso del
tiempo, el camino por cada isla del supermercado es un largo suspiro por todo
lo que no puedes comer porque representa unos kilos de mas, la tortura de pasar
horas en un gimnasio, no por el placer de ejercitarte, sino porque es la única forma
de alcanzar unos ideales de belleza imposibles de lograr, pero que según te han
hecho creer, es vital para que tu marido no voltee a ver a otra.
Toda tú,
reflejas el acatamiento de unos patrones alejados de lo natural y desconectados
de la esencia femenina, y crees que eres libre porque puedes andar medio desnuda
por la calle, sin darte cuenta que estas tan sometida como a esas que criticas.
Tu yugo es una industria milmillonaria que
quiere hacerte creer que eres imperfecta, para que consumas innumerables
productos que te van a hacer lograr la vida de tus sueños. Y al llegar a tu casa y encontrarte contigo
misma y mirarte al espejo, no entiendes por qué si lo hiciste todo, hay ese
vacío tan grande por dentro.
Quizá
porque no te das cuenta que eres tú la que violas tu cuerpo cuando le introduces
sustancias toxicas, con las que pones en
riesgo tu vida para modelarlo, y terminar más parecida a una muñeca en el
anaquel de una fabrica en serie, que a una persona. Te separaste tanto de lo
que es ser mujer, que confundes el exhibirte desnuda en una pose sexual, con
ser una mujer independiente, olvidando que para ser femenina, necesariamente tiene que haber
armonía con la naturaleza.
Te preocupa
tanto mantener esa bendita talla 0, que abandonas la naturaleza esencial de lo
femenino que es nutrir, el cuerpo y el alma.
Eres capaz
de hacer lo que sea con tal que no te salga una arruga, desmereciendo, tu
camino, tu aprendizaje y tu experiencia, que después de todo, son las que
dejaron esas huellas en ti. Haces lo que sea por borrar tus estrías, olvidando
que quedaron en tu cuerpo luego de producir el milagro más grandioso, que es
dar vida.
Cuando ese
vacío te invada, párate de nuevo ante el espejo, mírate fijamente y reconoce
que estas tan o más esclavizada que esa árabe a la que criticas, mírala en tu
reflejo, sólo en ese momento podremos caminar juntas hacia la verdadera libertad,
donde podamos empoderarnos de nuestra esencia y amar libre y plenamente,
principalmente a nosotras y desde allí asumir el papel esencial que nos toca
jugar, para transformar esta sociedad.