El mito de Acuario
Antes de
que existieran los humanos, estaban los Titanes. Entre ellos había uno llamado
Prometeo, quién tenía el Don de la Adivinación. El sabía que en el suelo de la
tierra reposaba la semilla de los cielos
y por eso tomó arcilla, la mojó con sus lágrimas, la moldeó en varias figuritas
semejantes a los Dioses y así aparecieron los hombres.
Pero eran
unos seres inertes, entonces Atenea, diosa de la sabiduría, que era amiga de
Prometeo y le gustaron los bichitos esos de barro, insufló en ellos el soplo
divino y les dio de beber un néctar mágico para que recuperaran la pureza y
tuvieran la capacidad de regenerarse si algún día la perdían. Por un tiempo
estos seres vagaron, poblaron la tierra y todo eso, pero no sabían hacer uso de
esa centella divina que habían recibido y se comportaban como los animales.
Prometeo un poco frustrado con esta situación, se les apareció y los enseñó a
controlar el fuego, a dominar a los animales y usarlos como ayudantes para el
trabajo; a construir barcos que les permitieran conocer más allá de sus
fronteras; a observar las estrella y leer sus mensajes; a leer, escribir,
preparar alimentos nutritivos; en fin los enseñó a ser gente.
Un día
surgió una pelea entre los hombre por un animal que habían sacrificado y no
podían ponerse de acuerdo sobre qué parte les correspondía a ellos y cuál a los
dioses. Prometeo actuó de mediador en el conflicto y debido a una artimaña,
terminó engañando a Zeus, que eligió la peor parte para los dioses. Zeus aceptó
el veredicto, pero se quedó con la facturita muy bien guardada y en la primera
oportunidad les quitó el fuego a los hombres, para que tuvieran que comerse la
carne cruda.
El buen
Prometeo sentía que eso no era justo y un día entró así, despasito, en el
Olimpo, se robó el fuego sagrado y se lo devolvió a los hombres.
Ya se
pueden imaginar la furia del Dios cuando se dio cuenta de lo que había pasado,
no, mejor escóndanse, rayos y centellas cayeron del cielo y aquí la historia
toma su curso machista y dice que para castigarlos, ya que no podía quitarles
el fuego de nuevo, inventó a la mujer. Si, ese cuentico de la Biblia y Eva y
las mujeres culpables de todos los males, ya venía de mucho más atrás, pero me
estoy saliendo del tema.
La creación
de la mujer incluye toda una serie de encantos, con el propósito de convertirse
en la perdición de los hombres. La llamaron Pandora (significa la que tiene
todos los dones) y antes de mandarla a la tierra le dan un cofrecito y le dicen
que tiene muchos regalos para Prometeo, que cuidado y la abre en el camino. La
verdad es que tenía toda clase de maluqueces. Prometeo ni corto ni perezoso no
la aceptó.
Bueno aquí
las cosas sí que se pusieron color de hormigas, porque Don Zeus se puso más furioso
todavía, si es que eso era posible, y allí le cayó lo peor de lo peor. Lo
amarraron a una piedra y un buitre venía por la noche y le comía el hígado y
por la mañana se le regeneraba y vuelta otra vez con la misma historia, todos
los días. El finalmente logró liberarse, pero eso es parte de otra historia.
Este mito
muestra la búsqueda de Acuario de lo divino dentro de sí. Encontramos el por
qué del fuerte rechazo que siente este
signo por lo vulgar de la naturaleza humana, que lo lleva a querer transformar
a todos. Sin embargo en su búsqueda de
la divinidad puede terminar arrollado por los instintos que pretende sublimar. El
fuego robado simboliza el disgusto con la vida instintiva que lo lleva a querer
crecer y evolucionar y encontrar esa esencia divina que de alguna forma sabe
que habita en él.
Y el final
de esta historia nos habla de la dualidad que existe cuando una vez alcanzamos
el conocimiento y nos elevamos por encima de las situaciones, terminamos
castigados, con la soledad, propia del signo, que viene de ser diferentes del resto, de
observarlo todo desde una perspectiva tan diferente, que el común de los
mortales no puede comprender y que en un círculo perfecto impulsa al acuariano
a ayudar a otros para que también puedan ver el fuego divino que arde dentro de
sí