Mercurio es el Mensajero de los Dioses, es
aquel para el que no existen barreras y puede moverse tranquilamente entre el
Olimpo y el Hades, se lleva bien con todo el mundo y por lo tanto accesa
información de todo tipo, que después comparte más adelante.
También es el eterno adolescente y le encanta
andar haciendo bromas, no olvidemos que le robó el rebaño a Apolo, el cinturón
a Afrodita y un sinfín de travesuras más. Es por eso que cuando retrograda se
nos pierden los documentos, se entorpecen las comunicaciones, el avión no sale
a tiempo o fuimos nosotros los que llegamos tarde al aeropuerto y nos dejó, esa
carta tan importante se extravía en el correo, el mensaje de texto que nos decía
que nuestra cita estaba cancela no llegó sino al día siguiente, en fin, puedo
ver a Mercurio revolcándose de la risa, mientras nosotros nos volvemos locos
con sus ocurrencias.
Esa es la parte con la que él se entretiene, y
de verdad no creo que vaya a cambiar, porque ni el mismo Zeus logró meterlo en
cintura; en la parte seria, si es que él tiene alguna, nos está invitando a caminar sobre nuestros pasos y revisar aquello
que hemos dejado pendiente, eso que dejamos en el camino olvidado y que él tiene
la obligación de recordarnos, él es el Mensajero de los Dioses. Si por
casualidad todo está al día, aquí aprovecha para plantar una nueva semilla en nuestro inconsciente que vaya madurando,
en ese espacio de nuestra mente que es no lineal, que cuando germina surge esa
inquietud que nos lleva a movernos hacia adelante.
Viéndolo de esta manera, la mejor forma de
aproximarnos a este período es tomarnos con soda los inconvenientes y con calma
la vida, bajar la velocidad y reconectarnos con el Universo para revisar
nuestro camino y hacer las correcciones
que sean necesarias. Si así lo hacemos Mercurio retrógrado nos trae muchísimos
beneficios.
La próxima vez que lo tendremos retrógrado este
año es desde el 8 hasta el 26 de Noviembre, lo hará en los signos de Sagitario
y Escorpio, excelente para revisar nuestras creencias, metas en la vida,
reevaluar los conceptos de nuestra verdad, replantear lo que debemos transformar.