Hefesto
Este hijo de Zeus y Hera nació feo, pero lo que
se llama feo de verdad y además cojo, así que imaginen la vergüenza de Hera, sin
pensarlo mucho, le dio un solo empujón y lo lanzó desde las mismas alturas del
Olimpo y el pobre chiquitico cayó más estropeado todavía en el océano, de donde Eurínome y Tetis lo rescataron. Poco a poco se dieron cuenta que aquel ser
tan feo tenía un gran corazón y que había que buscar una forma de que él
pudiera vivir dignamente y a la vez sanar ese dolor causado por el rechazo de
sus padres, así le instalaron una fragua y le enseñaron el arte de la
orfebrería. De allí salían nada más y nada menos que los rayos de Zeus, el
tridente de Poseidón y las flechas de Artemisa, además de las joyas más
hermosas y delicadas que pudieran soñarse.
A pesar de trabajar mucho con el fuego y de
crear cosas realmente maravillosas, la herida de su alma no había sanado,
entonces decidió enviarle a su madre un trono de oro que era lo más
espectacular que se había visto hasta entonces en el Olimpo. El detalle estaba
en que cuando ella se sentó, una fina red invisible la dejo atrapada, pegada
del trono y por más que trataron de todas las formas imaginables no fue posible
liberarla. Pues de aquí en adelante Villega y todo el que llega bajaron a
pedirle a Hefesto, que subiera a liberar a Hera, a lo que se negó una y otra
vez. Vino entonces el simpático Dionisio,
y ya que con sus buenas palabras y bromas no logró ningún resultado, recurrió a
su arma infalible, lo emborrachó y así lo llevó de vuelta al Olimpo. Como
siempre pasa luego de una borrachera, cuando a Hefesto se le pasó el efecto, se
dio cuenta que había sido timado, pero no queriendo dar su brazo a torcer,
impuso severas condiciones para liberar a su madre, entre ellas que le
entregaran a Afrodita como esposa.
Claro que este matrimonio terminó por
adulterio, ya que la bella Afrodita nunca pudo quitarle su corazón a Ares, con
quien le era infiel a su maridito.
Este mito tiene una gran cantidad de símbolos
como esas heridas que quedan hondo en el alma y que si no encontramos una forma
de transmutarlas terminan causándonos mucho daño, lo que el rechazo puede
significar para una persona, la recursividad de la que debemos echar mano
cuando las situaciones son adversas, las consecuencias de la venganza, etc.
Hay que ser
bien conscientes si Quirón o a veces
Saturno están en el signo que uno de nuestros hijos o si es el nuestro en la
carta de nuestros padres, porque ese hijo será el Hefesto de ese padre o madre
y entonces hay allí un trabajo muy bonito de sanación por delante para ambas
partes.